9.6. Intrusivos subvolcánicos
En un distrito volcánico son frecuentes los cuerpos intrusivos que se emplazan en el interior del edificio volcánico. Se originan en magmas viscosos, que tienen escasa movilidad. Muchos de ellos no alcanzan la superficie, congelándose antes de llegar a ella. Esto los diferencia de las coladas dómicas, que tienen una raíz intrusiva y una parte extrusiva. Comúnmente se denominan domos subvolcánicos por la forma dómica que tienen.
Las texturas son porfíricas, con pasta muy finas hasta afaníticas. En muchos casos las rocas poseen una foliación marcada como consecuencia del flujo magmático. Esta foliación tiene distintas orientaciones, pero en conjunto se reconoce una orientación preferencial que permite determinar el movimiento interno del magma.
Los domos subvolcánico se diferencian de los lacolitos porque su emplazamiento ha sido
controlado principalmente por fracturas y no por la estratificación de la roca de caja. Debido a la alta viscosidad del magma no rellena completamente la fractura, formando una especie de rosario de domos. En volcanes que han sido erosionados se ha comprobado que los domos se alojan en las fracturas anulares, pudiéndose reconstruir a partir de ellos la forma y el tamaño de la caldera.
Los magmas viscosos también se alojan en cualquier otro tipo de fracturas. Forman pequeños domos que se alinean formando una especie de rosario (Fig. 23). Internamente tienen estructura
fluidal muy marcada, con planos de foliación bien definidos. Se diferencian de los domos alojados en los conductos volcánicos porque no poseen una zona externa brechosa, y tampoco pasan en transición a coladas. El cuerpo subvolcánicos de Los Pozos, en Farallón Negro, estudiado por Godeas (1971) muestra una foliación concéntrica muy evidente, cuya disposición (Fig.24) ha permitido concluir que el cuerpo se formó por varios conductos alineados con el rumbo de la fractura.